sábado, 21 de febrero de 2009

La Ley de Murphy o De Cómo el Karma de Aquel Miércoles quedó saldado

No tengo nada que escribir, pero me gusta cómo se escuchan las teclas de la computadora. Es un sonido similar al agua, como un chapoteo ligero, a veces ágil, a veces intermitente. Sobre todo me agrada el sonido de la barra espaciadora.
El otro día tuve la oportunidad de hacer experimentos auditivos con el teclado. Llegué a trabajar a las 9:00 am y por las siguientes 3 horas y media no tuve nada que hacer. Para evitar que el resultado directo fuera “Mmm... ¿Qué pasó? ¿Ya terminaste? Esteee, ahhh, ya sé, por qué no te pones a archivar los 7 libreros en.... emmm... orden alfabético o, no, mejor por número de revista”, lo que hice fue dedicarme a reescribir pequeños artículos que ya estaban hechos, alimentando así mi complejo de paciente Penélope. El método era sencillo. Mientras ponía cara de diligencia y estrés, copiaba el primer párrafo del documento y luego lo borraba. Luego lo copiaba al revés y lo borraba de nuevo. Después copiaba una palabra sí y una palabra no. También llegué redactar nuevos enfoques para las secciones ya existentes. Por ejemplo, “Tus broncas” de ahora en adelante sería el espacio en el que los chavos nos cuentan sus problemas y nosotros, en vez de simplemente publicarlos, les damos una pequeña respuesta para convencerlos de que su situación no sólo es irrelevante y estúpida, sino que también es irresoluble por vías pacíficas y debe ser resuelta a toda costa con el uso de armas de fuego.
Lo mejor de todo es que tuve la oportunidad de realizar lo anterior en el trono en-ruedado, también conocido como “la silla para las niñas de prácticas”, cuya peculiaridad es que el mueble oficinesco baja vertiginosamente hasta el tope cuando uno se sienta, dejando el teclado más o menos a la altura del cuello. Las ventajas son varias, como el fortalecimiento de los bíceps y tríceps al intentar alcanzar el teclado o el rush de adrenalina durante la pequeña caída libre que siempre logra incrementar el carácter lúdico de la revista y convierte a la oficina en un pequeño parque de diversiones.
Así, mis actividades consistieron en experimentos auditivos de tecleo, viajes en la micro montaña rusa burocrática, el consumo de 9 cigarros y la adquisición de 3 espressos dobles cortados. Una vez que consideré que mi cuota de horas-nalga estaba cubierta, me di a la fuga.
Jamás hubiera sospechado que en ese momento el karma haría de las suyas. Aparentemente hacerme pendeja por 4 horas equivalía al final a un saldo kármico negativo, mismo que fue cobrado de la siguiente manera: al llegar a las escaleras eléctricas que por lo general bajan, me encontré con que subían. Procedí a rodear el edificio en busca de las escaleras que por lo general suben con la esperanza de que... pues de que ahora bajaran. Cuando llegué al otro lado, me di cuenta de que estaba, básicamente, en territorios de Escher. La única escalera que bajaba (osease, de peldaños “manuales”, también conocida como escalera vintage) daba a la escalera eléctrica que subía. Tras tomarme unos cuantos minutos para el décimo cigarrillo y para acoplarme a la idea de que quizá tendría que pasar el resto de mis días en un edificio de Televisa, noté en la lejanía que el maldito y sedentario artefacto del demonio cambiaba de nuevo de dirección. Una vez que logré llegar al estacionamiento, noté que un horrible símbolo fálico (una Hummer) estaba tapando mi salida, que mi gafete se había roto (¡mi preciado, preciado gafete!) y que se me había olvidado la chamarra en el trono de las niñas de prácticas. Logré superar lo del gafete, decidí dejar la operación Rescate de Chamarra para el día siguiente y sólo tuve que esperar 15 minutos para que se moviera el tanquecito. Así, considerando la deuda kármica cobrada, me dirigí a mi hogar en vez de a la Ibero y pasé el resto del día en los cómodos brazos de Morfeo.


Por cierto, ODIO la expresión "niñas de práctica"... las únicas niñas de práctica que conozco son inflables e invariablemente están pronunciando una vocal.

2 comentarios:

  1. jajajaja suena divertido tu parque de diversiones trabajil, bm

    (sobre el último párrafo)... jaja y ni son niñas ni sirven para practicar (aunque los ingenuos y patéticos compradores así lo crean)

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  2. hahaha, sublime. Tengo curiosidad de conocer tu análisis sobre el resto de gente con la que trabajas ^^

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