lunes, 23 de febrero de 2009

OTRA VUELTA DE TUERCA...

Vagando por mis archivos computadoriles, me encontré por ahí esta columna de opinión que escribí hace un algún tiempo para el 8OCHENTA (semanario de la UIA). El propósito era que saliera cada número. Sólo la escribí una vez. Marcador final: Constancia: 0, Apatía: 1. De cualquier forma, la ofrezco en sacrificio como primogénito y único hijo columnil para el hambriento dios del Blog.

OTRA VUELTA DE TUERCA

Me parece que sería una suposición acertada el decir que todos queremos tener el mejor trabajo posible, pero entre expectativas, consejos, métodos y mensajes cruzados, a veces no queda completamente claro cuál es el camino para lograrlo. La Ibero, en efecto, nos da muchas oportunidades para desarrollar actividades extracurriculares, lo que en ocasiones facilita nuestra inserción en el selvático ámbito laboral, pero dudas nunca faltan. He escuchado de la boca de más de uno de mis maestros (incluyendo a Gabriela Warketing, directora del Departamento de Comunicación, en alguna conversación en mi primer semestre en la universidad), que las personas que tienen un promedio “demasiado alto” no consiguen trabajo tan fácil por su perfil (supuestamente son personas que no saben trabajar en equipo, etc). Ah, caray. Entonces podemos ir tachando la antigua concepción de que el éxito viene de la mano con la dedicación académica abnegada (osea, con la ñoñez), aunque esto no quiere decir tampoco que se promueva la mediocridad. Como dijo Jack el destripador, vámonos por partes.
La empresa DBM, un despacho de outplacement, concluyó con un estudio estadístico que el 80% de los trabajos se consiguen a través de contactos personales (un rotundo ouch para personas como yo, a las que no se les da eso de las relaciones públicas). Está bien. Ingrediente número uno: contactos.
Por otra parte, también es común escuchar consejos paternales de algunos maestros, como “no te preocupes, todo va a salir a salir bien, el talento se acomoda solo” (¡pues eso es precisamente lo que me preocupa!) Ingrediente número dos: talento. Lamentablemente no todos podemos ser Almodóvar, Quentin Tarantino, Borges o... Dan Brown (dependiendo de cuáles sean tus parámetros). Si bien no todos tienen talento, lo cierto es que en la cabeza de todos existe la suposición de que lo tienen: un talento único, jamás visto antes por el mundo, y que está dispuesto a brindarle su sabiduría a la pedestre cultura de masas. En pocas palabras, el talento no existe en todos lados, pero la idea sí.
Finalmente, el tercer ingrediente sería la generación de oportunidades (tomar al toro por los... cuernos, como quien dice). En relación a esto, las estadísticas laborales no resultan muy favorecedoras. Es de esos datos que uno domina que están ahí, pero prefiere no saberlos con exactitud (como el año en que se acabará el agua en la ciudad de México, o si será la generación de nuestros nietos o bisnietos los que se calcinarán por el calentamiento global o se tropezarán con el cadáver de un oso polar en el Periférico).
Tal vez todo esto se trate de algo ilusorio, como Campanita de Peter Pan. Si uno cree con la suficiente enjundia, entonces la ilusión de tener un excelente trabajo sobrevivirá (un trabajo disfrutable, exitoso, bien pagado). De cualquier forma, parece que la verdadera solución está en esos tres aspectos: talento, aprovechamiento de oportunidades y contactos, contactos, contactos (y recordar, por supuesto, que todo mundo estará intentando hacer lo mismo).

1 comentario:

  1. sólo bastó una vuelta de tuerca para que se zafara el tornillo, lo del "outplacement" me recordó a carlin.

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